Nijar, además de ser el municipio más grande de la provincia de Almería con 25 núcleos urbanos entre los que destacan San José, Campohermoso, San Isidro y la Villa de Nijar, tiene grandes extensiones de invernaderos pero también playas salvajes en la zona protegida del Parque Natural de Cabo de Gata. La primera vez que llegas a Nijar te sorprende la combinación de lo desértico y popular con lo extraordinario. Habiendo vivido de industrias ancestrales como el esparto, la minería o la cerámica, el desierto se ha convertido en un sorprendente mar de invernaderos que aportan gran cantidad de verdura al resto de la península y a Europa.

El pueblo, escondido y en lo alto de una loma, fue fundado ya en época de los primeros pobladores de la cultura de los Millares y de Argán pero tuvo su desarrollo moderno en el siglo XIX, cuando creció el cultivo del esparto para su comercio con las zonas industriales de España y de Inglaterra. También fue importante la industria de la alfarería, cuando de sus tornos salían multitud de cántaros y objetos de uso cotidiano en las casas y en el campo. De cuarenta talleres alfareros que había llegado a tener Nijar, solo subsisten cinco, dos de ellos, además, regentados por extranjeros que atraídos por la tradición ceramista, se han establecido en el pueblo y practican una cerámica artística y personal.
El antiguo centro urbano queda en todo lo alto y hacia el valle se ha desarrollado un ensanche moderno alrededor de una amplia avenida donde están multitud de tiendas y algunos bares. Este ensanche no tiene ningún interés, solo si se desea comprar; lo interesante está más arriba, escondido, y se abre al viajero luminoso y blanco, con una atractiva arquitectura popular muy cuidada. Aconsejo subir a lo alto de la antigua atalaya, desde donde se divisa el amplio territorio nijareño , hasta el mar de plástico y el cielo tan azul.