Dinamarca, Jutlandia, Viborg
Por esas casualidades de la vida hace veinte años que voy a Viborg, una ciudad del centro de Jutlandia, antigua capital del reino de Dinamarca. Jutlandia es una península que crece desde Alemania y que está rodeada de más de 400 islas e islotes que conforman el actual estado, monarquía constitucional y uno de los países con mayor bienestar del mundo
Sus gentes son amables y discretas, austeras y trabajadoras. Sus casas son pequeñas, como las de un cuento infantil, aunque sus jardines inmensos están siempre llenos de verde y flores en verano. Tengo buenos amigos en Jutlandia. Algunos, profesores como yo, otros , vecinos que he ido conociendo a lo largo de mis distintas estancias en la ciudad.
Lo que hace que Viborg sea tan bonito es su lago, que divide la ciudad actual en dos. Pero para la gente de Viborg, el lago no tiene tanta importancia pues los daneses están acostumbrados a ver agua por todas partes ya que lagos y fiordos están siempre presentes. Dicen que en Dinamarca no puedes caminar más de 30 kilómetros sin encontrar agua, y es cierto. Sin embargo, casi no comen pescado. ¿Cómo puede ser eso? Viborg, una ciudad de 30.000 habitantes, hasta hace dos años, no tenía ninguna pescadería, solo llegaba una furgoneta dos días a la semana que vendía pescado fresco; y yo que soy mediterránea, encontraba a faltar ese manjar. Ahora en una nueva pescadería se puede encontrar merluza, bacalao o salmón fresco ya limpio y en filetes, porque es la manera en que tienen los nórdicos y los británicos de vender el pescado. Por eso, cuando los ingleses, los daneses o noruegos vienen a España ¡no saben cómo limpiar el pescado!
En verano los jardines están exultantes de flores, claro que eso significa que llueve cada día, como cuando fuimos a escuchar jazz en la plaza del ayuntamiento. Tuvieron que montar carpas, y tener paciencia con la lluvia. Al final te acabas acostumbrando. Por suerte, son ligeros chaparrones, aunque a veces, si te despistas, te puedes mojar muchísimo.
De excursión al lago