Nunca me hubiera pensado que estaríamos confinados por un virus en España y durante tanto tiempo. Que en pleno siglo XXI no podamos salir de casa por miedo a un contagio, se me hace difícil de creer, cuando además, ni el virus es tan raro -es un coronavirus respiratorio similar al de la gripe- ni ataca a niños y jóvenes que sería lo realmente peligroso y preocupante. Sí que es cierto que es virulento y más contagioso que el de la gripe, pero la gripe, algunos años también es muy virulenta y muchos caemos enfermos con fiebre, y nos lo pasamos realmente mal. Y no por eso se para el mundo.
Todo lo que está pasando es debido: uno a la globalización de la economía y la facilidad del movimiento de personas y objetos entre distintas partes del mundo; dos, el control que facilita la informática de todo lo que sucede y el excesivo celo de los gobiernos en controlar a la población; tres la concentración de la población en grandes urbes que provoca mayor facilidad de contagio.
Pero ahora, que la epidemia ya está aflojando, no podemos vivir con miedo ni anular nuestra libertad. ¿Hasta cuándo tendremos que llevar mascarilla? Si nos pusiéramos rigurosos ¡la tendríamos que llevar siempre porque siempre hay virus! virus respiratorios , virus digestivos, el de la hepatitis, la rabia o el SIDA! Y no puede ser que con la excusa de la propagación del virus, los gobiernos instalen cámaras y registros en todas partes, cohartando las libertades de los individuos y su derecho al movimiento y a la vida privada ¿Dónde está el límite?
Lo que no podemos hacer es no vivir por querer no morir. La enfermedad y la muerte forman parte de lo humano y no podemos negarla. Hemos de convivir con la enfermedad, siendo precavidos y llevando una vida sana, evidentemente. Pero lo que no podemos hacer es anular nuestra capacidad social.