Hoy domingo de resurrección no ha podido salir la bonita procesión del Facundillo que sale cada Domingo de Resurrección del convento de Santa Cruz en el Realejo granadino. Habrán sonado  las campanas Dios todopoderoso, la Virgen del Rosario y Santo Domingo, que así se llaman las campanas que voltean llenando de sonido la mañana del Realejo; pero ningún niño habrá sacado  en sus brazos al Facundillo para llevarlo hasta la catedral. Ni ningún niño, en este día soleado y primaveral, habrá tañido las pequeñas campanas de barro que llevan durante la procesión: niños vestidos de blanco,  niños vestidos de luz.

Una bonita procesión que padres, hermanos y gentes varias disfrutamos y admiramos cuando ya se acaba la  Semana Santa. Una procesión de niños en el día de la resurreción, esperanza de vida, pues tal como explicó el obispo en una misa en la catedral que presencié hace unos años «la muerte de Jesucristo no tendría sentido sin la resurrección, que es la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte». Y es que todo esto tiene sentido porque es la primavera y es el ciclo de la vida: todo fluye, nada es;

La resurrección de Jesús hoy, es la metáfora  del triunfo sobre el  coronavirus, que esperemos nos lleve de nuevo a la vida plena, después de este confinamiento tan largo.  Mañana, no en Cataluña  ni en el Levante porque es fiesta laboral, y empezarán a trabajar algunos sectores, y esperemos que, dentro de dos semanas ya podamos salir a la calle sin miedo a una multa y podamos, también, al menos , pasear de dos en dos e ir en bicicleta por el campo.