Después de cinco días de niebla y humedad, hoy ha salido el sol; pero seguimos encerrados en casa. Parece que el tiempo nos acompañe en este encierro forzoso: la melancolía de las nubes y la niebla nos relaja y nos facilita soportar las horas de aislamiento. Si hiciera un día radiante, la energía del sol nos haría más difícil quedarnos entre cuatro paredes.
Por la televisión y la radio solo hacen que meter miedo a la gente y nadie quiere salir, por si acaso… o por si le ponen una multa… empieza a haber una paranoia generalizada y yo no le veo la gravedad al coronavirus, sinó a la gran crisis económica y social que está provocando todo esto. El miedo, la tensión, las peleas familiares, es la salud mental lo que ahora, a mí más me preocupa. Se ha de relativizar las cifras y compararlas con otros brotes de gripe u otras enfermedades que se han sobrellevado y no se ha parado ni el trabajo ni la escuela.
Ayer salí a comprar pan por el centro de mi ciudad y parecía una ciudad fantasma. Todo cerrado, solo unos pocos ciudadanos solos, íbamos por la acera , callados, enfrascados en nuestra propia soledad y casi sin mirar al otro. Fue muy raro.