Ir a Londres ya no será lo mismo sin ella. La Reina Isabel II , tantos años como cabeza visible de la monarquía británica, era una parte más de los cuatro reinos unidos, o mejor dicho, era una tela de araña, una red, una membrana que como finísima capa que se adhiere a un cuerpo transparente, sostenía al estado y al antiguo gran imperio que forman los países de la Commonwealth. Era su imagen , su icono, su símbolo.
Con un reinado de 70 años, la reina parecía eterna pues, llegada a la madurez su imagen no ha cambiado un ápice: ni su pelo, su forma de vestir, sus zapatos, sus joyas, sus sombreros. Se ha mantenido fiel a un estilo conservador e inamovible que la hacía parecer eterna, eterna como una escultura del museo de Madame Tussauds. ¿ Y por qué vestía siempre con colores brillantes y chillones? pues porque , según su nuera Sofía, ¡Quería que todo el mundo la viera! «quiero que al menos vean mi sombrero» decía.
Imperturbable y flemática ha sabido aguantar todos los reveses de la vida y dar una gran estabilidad a su reino, a pesar de las dificultades por las que ha ido pasando el país en los últimos tiempos: referendum de Escocia, Brexit, inmigración, pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos, y escándalos familiares varios.
La reina ha muerto inesperadamente, sin sufrir, pues pocos días antes aún había recibido a la nueva premier británica Liz Truss. Una muerte rápida y aceptada, pues ella misma sabía que poco le quedaba de vida después de cumplir los 96 años. Y ha muerto en Escocia, donde más le gustaba estar pues era una gran amante del campo y de los animales. En su castillo de Balmoral, un palacio de cuento con grandes jardines y bosques alrededor, se sentía libre, libre de las presiones y miradas de todos, allí la reina era tan solo Lizbet. Paseaba por el campo con sus perros, montaba a caballo, conducía su Land Rover , y si era necesario, quitaba los platos de la cena y los llevaba a la cocina.
Y su hijo por fin reinará, ese gran desconocido fuera de las fronteras del Reino Unido. Sabemos que es más simpático y bromista que su madre, que es un gran amante de la naturaleza, que le gusta dar su opinión, que ha trabajado mucho en la sombra para administrar el gran patrimonio empresarial de su familia, «the Firm» y que ha ido madurando a golpes. Me gustó su discurso de ayer, su tono, su voz. Le deseo un mandato feliz y próspero, a pesar de las dificultades que tiene que afrontar su reino en estos momentos.