Eliafur Eliasson, artista danés, en la fundación Guggenheim

Conocí la obra de Eliafur Eliasson cuando visité el museo AROS en Aarhus, en el norte de Dinamarca. Su aro de colores del arcoiris construido encima del cubículo del edificio de arte moderno asoma como una corona  alegre sobre  el gris de la ciudad. Porque Eliasson no diseñó ese aro como simple corona, sinó como un pasillo circular donde las personas pudieran pasearse y ver las vistas de la ciudad de distintos colores. A Eliafur Eliasson le interesa que el público experimente el arte, que tenga una inmersión, una experiencia artística con luces, colores y materiales.

 

En su estancia en Islandia realizó Land Art con el hielo y los minerales del territorio; en su estudio de Berlín experimenta con la luz y las formas geométricas y arquitectónicas con su equipo de arquitectos,  diseñadores, ingenieros y filósofos. También  la cocina es de su interés-, quizás como honor a su padre que era cocinero de profesión-.

 

En el Guggenheim de Bilbao Eliasson presenta distintos proyectos  adaptados al espacio de las salas de exposiciones,  que se basan en la luz, la geometría y la experiencia climatológica como el humo o niebla de colores: In Real Life, IRL; porque a Eliasson le interesa representar «las secuencias de la vida, las distintas pisadas sobre los elementos de la naturaleza y cómo los elementos intervienen en nuestras vivencias: cómo percibimos y comprendemos el mundo que nos rodea». Así el artista provoca sobre el espectador una relación física con el entorno: agua, luz, aire o fuego, siendo más importante el contexto que el texto. Quiere que el ambiente que refleja el objeto rompa la visión usual sobre las cosas, introducir «la folie»: esa visión genial que solo un artista o un loco puede percibir y expresar. Provoca cuestiones en el espectador: «¿tengo una manera mejor de observar un cuadro de Chagal? ¿Puedo mirarlo desde el suelo? Sí, claro, estás en un museo, no es una estación de policía», comentó en la conferencia inaugural de su exposición en Bilbao.

Y hemos de entender su obra como metáfora de la vida; impresionante  la cascada que montó sobre el río Hudson de Nueva York «las cascadas son muy bonitas, el agua fluye despacio, es el paso del tiempo…» o el humo que te rodea en «Tú atlas atmosférico de color» donde has de desarrollar otros sentidos para moverte, además de la vista. Provocación, riesgo, experiencia, sensación , fluido … pero también técnica , matemática y física. Conceptos de siempre reimaginados por este gran artista danés.

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