Buscando una alternativa al norte de Europa llegué a Bilbao, una ciudad señorial que ha sabido reconvertir su zona más industrial y depauperada en un paseo ajardinado
con monumentos arquitectónicos que hacen la competencia a París o Londres. El ayuntamiento de Bilbao y el gobierno vasco, a finales de los años noventa del siglo XX hicieron una apuesta valiente: convertir la zona industrial y los astilleros de la ría del Nervión en una zona limpia y moderna dedicada a la cultura y al ocio de los bilbaínos: donde había una industria ya obsoleta construyeron el famoso «barco anclado» de la fundación Guggenheim, diseñado por el arquitecto norteamericano Frank Gehry , el palacio Euskalduna – gran auditorio y palacio de congresos, la torre Iberdrola o el nuevo estadio de San Mames.
Visitar el edificio de la fundación Guggenheim es ya una experiencia artística en sí misma, las obras plásticas expuestas quedan minimizadas ante ese gran edificio orgánico, intrigante y fantástico anclado en la ría . Ese barco-flor de titanio es una aparición fantásmagórica y monumental para el caminante que observa a cada paso un increscendo de arquitectura contemporánea . Y su entorno queda enaltecido por un atrio alrededor donde se exhiben grandes esculturas como «Puppy» de Jeff Koons o la «mama araña» de Louise Bourgeois. Fantasía hecha realidad. Espectacular.