A las ocho de la tarde las hormigas salimos de nuestro hormiguero y las más jóvenes, ponen música, aplauden, gritan y bailan un rato. Es saludar al vecino de alguna manera y decirle que estamos ahí, que existimos, que a pesar del silencio ensordecedor en el barrio hay gente más allá de las paredes. Y es que yo, no me veo ni con mis vecinos. No se oye ningún ruido en mi escalera. Estamos confinados. Estado de alarma.
Enfrente de mi balcón todas las ventanas tienen luz. Es bonito y poético. Nunca había visto tantas luces en la casa y es que los españoles siempre estamos por ahí. Ahora no, ahora estamos aquí, todos, confinados.