Maravilloso el Festival de cine fantástico de Sitges. Bonito y cómodo porque Sitges es un lugar con encanto marinero, monumental y pueblerino al mismo tiempo. Durante más de una semana se producen estrenos y reestrenos continuamente. En los cinco espacios dedicados al festival no paran los pases de películas y puede llegar a ser un verdadero estress… aunque IMPOSIBLE verlo todo. Has de estudiarte la programación y escoger. Pensar qué es lo que verdaderamente quieres ver.
Nosotros fuimos el sábado 12. Nos hizo buen día y disfrutamos del ambiente del festival. Llegamos tarde a la primera película porque no teníamos nada programado «La familia Adams» en dibujos que nos hacía mucha ilusión. Pero el auditorio estaba lleno a rebosar y ya no cupimos, por lo que nos fuimos a otra película pues las proyecciones eran múltiples. Entramos en el Retiro e «Yves» no nos decepcionó, una comedia francesa protagonizada por una nevera que habla, maravillosa la nevera. Luego nos fuimos a comer y por el camino nos hicimos muchas fotos en los distintos escenarios y «photocalls» distribuidos por la ciudad.
Por casualidad conseguimos entradas para la ceremonia de entrega de premios que empezaba a las nueve de la noche. Había de ser mi primera entrega de premios de un festival pero ésta me decepcionó. Ni glamour, ni bonitos vestidos, ni tan solo interesantes discursos. Una presentación sosa y en mal catalán, por el director del festival, y a continuación la entrega de premios a películas que pocos habíamos visto cuyos protagonistas ni vinieron a recogerlos.
Lo único que realmente valió la pena fue la película que proyectaron al final «The vigil» una película producida por judíos de Nueva York sobre la dificultad de superar la culpa y la necesidad de una muerte en paz consigo mismo. Actuación brillante del protagonista, que se llevó un merecido premio a mejor actor y guión original con ecos de mitos ancestrales del judaísmo.
Valió la pena la visita. Volveremos el año que viene.