Cuando el problema del referéndum del 1 de octubre estaba en un momento álgido, me lo pasé tan mal que hasta me adelgacé, porque estaba más pendiente de la televisión que del comer. Ahora hay mayor tranquilidad pero en el país la política sigue siendo una sorpresa diaria. En Cataluña aún no hay gobierno, es como una pesadilla. En Madrid los partidos están sacando los trapos sucios de uno y del otro. ¡Qué asco y que pena! ¿Cuando se podrá llegar a un equilibrio y a jugar limpio?
Ayer, saliendo del cine, unos jóvenes estaban poniendo cintas amarillas por todo el centro de la ciudad… no hay manera de desatar el nudo, ¡¡está demasiado apretado!!