Cuando el hallazgo abre los ojos

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Entrar en la casa de Monet en Giverny fue maravilloso. Allí estaba su pintura: sus formas, sus colores, su luz. ¡Con qué inteligencia planteó su jardín! Porque  ya no salía de casa para buscar el color y la luz en la naturaleza sinó que construía naturaleza según la composición de color que deseaba y así pintaba una y otra vez, fascinado, los cambios que la luz y las sombras provocaban sobre ese paisaje.

Sus pinceladas fueron cada vez más etéreas, cada vez más espirituales, y así nos ha dejado ese gran cantidad de estudios sobre los nenúfares, ninfeas de agua de carácter fugaz. Que este hallazgo os sirva para provocaros un interés sobre la pintura y la esencia del arte , que es  consuelo y  religión para muchos. Así sea.

http://www.sintesis.com/el-espiritu-y-la-letra-50/

http://www.fondation-monet.com/fr/

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